Esto sucede porque el niño ha crecido conviviendo únicamente con animales -en la selva, sin padres...- o simplemente porque se le ha mantenido aislado durante su infancia.
En estos casos, las consecuencias de esta soledad suelen ser terribles y duraderas: retraso parcialmente insuperable en el lenguaje, en la conducta...
Paradójicamente, estos terribles casos permiten a los científicos el poder estudiar la naturaleza del ser humano y comprobar hasta qué punto somos humanos porque lo dicta nuestra naturaleza o porque hemos convivido y aprendido de nuestros congéneres.
Aquí os dejo un documental sobre un caso sucedido en Los Ángeles (EUA, 1970) cuando las autoridades encontraron a Genie, una niña que había crecido sin salir nunca del cuarto en el que sus padres la tenían encerrada. Pese a tener unos 13 años, se comportaba como un bebé, usaba pañales, balbuceaba...
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