viernes, 18 de diciembre de 2009

Filosofía: El universo geocéntrico de Aristóteles y Ptolomeo

Para los antiguos, era evidente que la Tierra estaba en reposo y que era el centro del universo existente -concepción conocida como geocentrismo-. Si miramos el suelo que pisamos, así nos lo parece. El principal defensor de estas teorías fue el filósofo griego Aristóteles (siglo IV a.C.) y se apoyaba en razonamientos elaborados a partir de la observación directa de la naturaleza.

Aristóteles había deducido con acierto que la Tierra era esférica:
  • a partir de la sombra circular que la Tierra proyecta sobre la Luna en un eclipse de Luna.

  • observando que los barcos desaparecen en el horizonte ocultando primero su casco y luego las velas, hecho que indica que la superficie de la Tierra está curvada.

  • comprobando que ciertas constelaciones, en un mismo momento, no podían ser observadas en latitudes diferentes de la Tierra, indicando que la superficie de la Tierra está curvada.

Pero se había equivocado al suponer que la Tierra era inmóvil y constituía el centro del Universo. Imaginaba a la Tierra formada por los cuatro elementos (tierra, aire, agua y fuego) y dominada por movimientos rectos (como la gravedad, de arriba a abajo) que la situaban en un proceso constante de generación y corrupción de las cosas (que eran efímeras). En cambio, imaginaba que los movimientos de los astros -eternos- en el cielo eran circulares y que esto se debía a la existencia de un material diferente (el éter) con propiedades diferentes. El movimiento circular se consideraba -gran prejuicio- como el más perfecto pues permite una repetición infinita de ciclos sin que nada cambie y es regular.

Según este esquema, los planetas no se sostenían en el aire ni volaban por sí solos. Sin soporte alguno, lo lógico era suponer que nos caerían en la cabeza. Por el contrario, estaban sujetos a una especie de esferas cristalinas -de éter- que, aunque transparentes, giraban y movían a los astros fijados en la esfera. Cada esfera sostenía a un planeta, un sol o la luna del mismo modo que un techo sostiene a una lámpara. Incluso había una esfera que sostenía todas las constelaciones de estrellas -como la Osa Mayor- que ellos llamaban "fijas" porque no varían su posición las unas respecto a las otras.
Los problemas para la cosmología aristotélica surgieron cuando se observaron en el firmamento unos fenómenos, conocidos como retrogradaciones, en los que "aparentemente" ciertos cuerpos celestes parecían avanzar para luego retroceder y más tarde volver a avanzar (como muestra el dibujo de más arriba). Para poder explicar este fenómeno podía imaginarse que los planetas seguían una órbita irregular -no circular- pero esto era incompatible con las esferas "perfectas" de Aristóteles y se descartaba semejante opción.
El astrónomo Ptolomeo (siglo II d.C.) enmendó el sistema geocéntrico de Aristóteles con la inclusión de círculos adicionales, llamados epiciclos. Ptolomeo proponía que los planetas con retrogradaciones no giraban directamente en torno a la Tierra sinó que lo hacían alrededor de un punto imaginario que a su vez giraba en torno a la Tierra. Este círculo principal era el círculo deferente. Por poner un ejemplo, es como cuando hoy en día se dice que la Luna gira alrededor de la Tierra que a su vez gira alrededor del Sol. El movimiento de la Luna, visto desde el Sol, también mostraría retrogradaciones.

La consecuencia del remiendo ptolemaico salvó el geocentrismo como modelo cosmológico al poder explicar el fenómeno de las retrogradaciones pero complicaba mucho el esquema inicial de Aristóteles y dejaba las puertas abiertas a un modelo cosmológico más simple y con menos esferas: el heliocentrismo de Copérnico (siglos XV y XVI)...

jueves, 17 de diciembre de 2009

Ética: Derechos humanos


Tras el final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y la derrota del régimen nazi, se hizo evidente el cúmulo de barbaridades realizadas durante un conflicto bélico que había supuesto varios millones de muertos. En 1948 se creó la Organización de las Naciones Unidas (ONU), entendida como una especie de parlamento donde los países pudieran resolver sus problemas mediante el diálogo y no mediante la violencia. Además se creó la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) en la que se pretendía garantizar unos mínimos de seguridad y libertad a todos los seres humanos.


Anteriormente, ya se habían promulgado Declaraciones de Derechos Humanos en algunos estados de norteamérica como la de Virginia en 1776 o en la Francia revolucionaria de 1789 pero la de 1948 era la primera que promulgaba algo así a escala mundial. Ésa era su auténtica importancia.
Hoy en día todavía queda mucho camino por recorrer. A menudo se incumplen los Derechos o incluso hay países que se aprovechan de su posición de privilegio en la ONU -el famoso derecho a veto que da inmunidad a cinco países: EUA, Francia, Reino Unido, URSS (hoy en día Rusia) y China- para actuar según sus propios intereses.

Más arriba, soldado estadounidense maltratando a un preso en Irak.


Afortunadamente, el balance sigue siendo positivo y durante estos años hemos avanzado en la dirección correcta. Muchos crímenes sí son juzgados y castigados, otros han podido aliviarse o evitarse.

Exlíder camboyano juzgado por genocidio durante el sanguinario régimen de Pol Pot.

El mundo es cada día un poco mejor. Sigamos avanzando en el respeto a los Derechos Humanos...